Eternidad

Foto Sean Justice / Corbis Super RF

Continuabas sin saber qué había pasado. Veías las manecillas del reloj moverse lentamente. Pensabas que explotarías con toda la angustia que se arremolinaba en tu interior. El piso de vinilo verde te resultaba repugnante, pero no podías dejar de mirarlo. Al mismo tiempo pensabas que todo acabaría en un instante, seguramente, pero en realidad resultaba siendo una eternidad.

Se abrió una puerta al fondo del pasillo, que iluminó por un instante el corredor y una figura, que no distinguías por la distancia se acercaba con lentitud ominosa para el instante que vivías. Tu corazón comenzaba a latir velozmente mientras te levantabas en cámara lenta de la silla metálica pegada al suelo. Imágenes del día se agolpaban a toda velocidad en tus ojos y no podías evitar hiperventilarte. Tranquilo, te dije, mientras te acercabas a la figura ahora más visible. Respiraste profundo al dar el noveno paso.

– ¿Señor Rodríguez? – te preguntó una enfermera bajita de cabello rizado negro, mientras te veía fijamente a los ojos llorosos.

– Así es – dudaste un segundo, pensaste que podrías decir que no, que ese no era tu apellido. Eras otro en un cuerpo ajeno. Pero la realidad era otra.

– Le tenemos…. – respondió la enfermera tratando de escoger las mejores palabras – una buena noticia.
La angustia que en un instante te haría explotar, ahora, se desinfló poco como un globo de hule.

– Su corazón es compatible con el de ella. – te dijo mirándote con un atisbo de sonrisa a punto de salir de sus labios

– ¿Pero qué pasará con Mary?. – dijiste mientras volteabas al verme a tu lado.

– Señor Hernández, ella ya no…no…está con nosotros, el accidente fue letal para ella. Pero su corazón, es compatible con el de Lucy, al ser hermanas gemelas… podremos salvarle la vida, ella está en mejores condiciones exceptuando su corazón.

Te había dicho que estuvieras tranquilo, no había de qué preocuparse. Me acerqué a ti y te susurré una última cosa al oído antes de marcharme:

– Dile a Lucy que la estaremos esperando, y a ti también…mamá te manda saludos. Cuídate. – caminé hacia la puerta que hace un instante se había abierto. Voltee una última vez y sonreí al ver que también lo hacías con lágrimas en los ojos. Y me fui.

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